Hoy, en mi trabajo por alguna razón mientras trataba de entender algo un poco abstracto en álgebra, me acordé de mi maestro de piano cuando era niño (1993) y tuve una emoción un poco filosófica y nostálgica.
Intenté buscarlo en internet para ver si existía algún registro de él, una foto o una grabación... no tuve éxito.
Él vivía de dar conciertos en salones pequeños y de dar clases de canto y piano a niños y adultos en su casa ubicada en el barrio de Coyoacán. No era un virtuoso pero era muy trabajador, muy apasionado y una persona muy noble y pura. Él perfeccionaba cualquier pieza si se lo proponía. Tenía cuatro pianos de cola en su casa. Siempre sacaba piezas nuevas para interpretarlas en conciertos y salones locales en Coyoacán como la Sala Rodolfo Usigli y otros lugares. En su casa tenía una foto de Dolores del Río, era fanático de su belleza.
Recuerdo que un sábado por la tarde de un 13 de octubre (era el día de San Eduardo por eso lo recuerdo), después de yo llegar de los "boy scouts", entré a mi casa en la calle de Malintzin en la colonia Del Carmen en Coyoacán y me topé con la sorpresa de que había un piano para mí (de hecho era una pianola). Las clases las tomaba antes de este piano en su casa. Mi madre y él lo escogieron muy cuidadosamente ya que "tenían que estar en perfectísimo estado los martinetes" para darme la gran sorpresa y por fin poder practicar en un instrumento de verdad, lo cual les agradezco infinitamente tanto a mi madre María G. Duarte como a él.
Él me entrenó para entrar a la Escuela Nacional de Música de la UNAM donde estudié piano desde 1996 hasta la huelga (2000). Pude pasar sin ningún problema gracias a que perfeccioné con él el Minueto en Sol Mayor de Johann Sebastian Bach que presenté en mi examen de admisión siendo un niño. Mi maestro tenía un sueño un poco peculiar, que era ir a la casa de Beethoven en Bonn, Alemania. Ahora que lo analizo, iré a Bonn este sábado, entonces tal vez me acordé hoy de mi maestro ya que siempre me decía: "Tú eres bueno en matemáticas porque te gusta tocar el piano" (noten la lógica). Otra anécdota es que solía decír que yo tenía muy "buen oído" y le encantaba al final de mi clase tocar acordes mientras yo miraba hacia otro lado y preguntarme cuáles notas eran las que él estaba tocando. Gracias a él pude interpretar varias melodías de Beethoven, (Sonata Opus 27 no. 2 fue a la que más tiempo le dedicamos), Preludios de Chopin, Mazurkas y varios arreglos de Mozart. Yo siempre era rebelde y quería tocar cosas "modernas". Recuerdo que le insistía en que tocáramos a Di Blassio o Richard Clayderman y él sólo se reía como diciéndome "no seas naco" (obvio él no decía eso pero seguro tenía la intención). Le agradezco mucho el haberme mostrado la belleza de la música clásica. Mi madre siempre le sugirió que vendiera uno de sus grandes pianos para poder viajar a Bonn y conocer a su héroe, pero él los amaba y jamás se quiso deshacer de alguno de ellos.
Falleció en la primavera del 2000 de cáncer prostático, justo cuando ya no podía pagar su casa y mantener sus pianos por culpa de su enfermdad. Había abandonado su casa de Coyoacán para ir a un pequeño departamento en Acoxpa. Como ya no tenía espacio en su nueva casa nos regaló sus macetas de jazmines que florecieron por muchos años.
Su nombre era Aurelio de Alba, era originario de Durango, mi emoción surgió al no encontrar absolutamente nada en internet. No tuvo hijos y sólo tenía un hermano de edad similar que era maestro particular de inglés. Ambos ya no viven. Mi maestro murió primero que su hermano quien vendió todos los pianos ya que no había más qué hacer con ellos. Qué difícil y triste es pensar en el hecho de que ya nadie se acuerde de él más que mi madre y yo; que no haya un sólo registro de sus bellas melodías. ¿Cuántos humanos así han dejado de existir en la mente de todos los que están vivos hoy en día?. Les dejo la melodía que él más amaba y que decenas de veces lo escuché interpretar (Intermezzo de Manuel María Ponce).
Que en Paz descanse maestro Aurelio.
Eduardo
Él me entrenó para entrar a la Escuela Nacional de Música de la UNAM donde estudié piano desde 1996 hasta la huelga (2000). Pude pasar sin ningún problema gracias a que perfeccioné con él el Minueto en Sol Mayor de Johann Sebastian Bach que presenté en mi examen de admisión siendo un niño. Mi maestro tenía un sueño un poco peculiar, que era ir a la casa de Beethoven en Bonn, Alemania. Ahora que lo analizo, iré a Bonn este sábado, entonces tal vez me acordé hoy de mi maestro ya que siempre me decía: "Tú eres bueno en matemáticas porque te gusta tocar el piano" (noten la lógica). Otra anécdota es que solía decír que yo tenía muy "buen oído" y le encantaba al final de mi clase tocar acordes mientras yo miraba hacia otro lado y preguntarme cuáles notas eran las que él estaba tocando. Gracias a él pude interpretar varias melodías de Beethoven, (Sonata Opus 27 no. 2 fue a la que más tiempo le dedicamos), Preludios de Chopin, Mazurkas y varios arreglos de Mozart. Yo siempre era rebelde y quería tocar cosas "modernas". Recuerdo que le insistía en que tocáramos a Di Blassio o Richard Clayderman y él sólo se reía como diciéndome "no seas naco" (obvio él no decía eso pero seguro tenía la intención). Le agradezco mucho el haberme mostrado la belleza de la música clásica. Mi madre siempre le sugirió que vendiera uno de sus grandes pianos para poder viajar a Bonn y conocer a su héroe, pero él los amaba y jamás se quiso deshacer de alguno de ellos.
Falleció en la primavera del 2000 de cáncer prostático, justo cuando ya no podía pagar su casa y mantener sus pianos por culpa de su enfermdad. Había abandonado su casa de Coyoacán para ir a un pequeño departamento en Acoxpa. Como ya no tenía espacio en su nueva casa nos regaló sus macetas de jazmines que florecieron por muchos años.
Su nombre era Aurelio de Alba, era originario de Durango, mi emoción surgió al no encontrar absolutamente nada en internet. No tuvo hijos y sólo tenía un hermano de edad similar que era maestro particular de inglés. Ambos ya no viven. Mi maestro murió primero que su hermano quien vendió todos los pianos ya que no había más qué hacer con ellos. Qué difícil y triste es pensar en el hecho de que ya nadie se acuerde de él más que mi madre y yo; que no haya un sólo registro de sus bellas melodías. ¿Cuántos humanos así han dejado de existir en la mente de todos los que están vivos hoy en día?. Les dejo la melodía que él más amaba y que decenas de veces lo escuché interpretar (Intermezzo de Manuel María Ponce).
Que en Paz descanse maestro Aurelio.
Eduardo
1 comment:
Me agradó mucho como relataste esta historia. Ahora también me acordaré de tu maestro a través de tu historia.
Alberto (el que te daba algo de lata en Telmex)
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